En el destete queremos que todo fluya y que el bebé o niño acepte nuestra decisión sin más. Pero el destete siempre afecta a dos personas, y a veces una de ellas no está preparada.
Cuando iniciamos un destete, debemos dar un tiempo de adaptación, seguir un poco el ritmo que nos marca el niño sin perder el objetivo de vista.
Pasamos por diferentes momentos, algunos en los que parace que vamos a buen ritmo, otros en los que parece que no avanzamos, otros en los que se desatasca y volvemos a avanzar.
Pero a veces no hay ese desatasco.
A veces nos quedamos en una situación en la que todo es una pelea, en la que todo cuesta muchísimo, en la que parece que incluso vamos para atrás.
Cuando todo es una lucha, cuando nada fluye, cuando aparece agresividad donde no la había, cuando hay sufrimiento, cuando hay un serio aumento de la demanda de mamá, cuando hay muchos más despertares que antes, cuando todos lloramos…. hay que plantearse que quizá no sea el momento.
Destetar puede requerir un grado de madurez suficiente para acoger recursos diferentes de la teta. También que emocionalmente sea un momento adecuado, lo cual no siempre es fácil de atinar.
También hay que contemplar que la idea del destete puede que no se ajustara a la realidad y que resulte que no es lo que queríamos.
Podemos (y debemos seguramente) asumir el ensayo/error, en tanto que estimamos que es el momento para ello pero nos reservamos el poder admitir que nos hemos equivocado y que tenemos la opción de rectificar.
Si no es el momento, paramos y lo volvemos a intentar más adelante.